Omar Parte 3 - el flashback





El peso del hombre le había cortado la respiración.  Se había desmayó.  Cuando finalmente despertó estaba cubierto con yerba, como si alguien hubiese tratado de ocultar su cuerpecito. 

Comenzó a llorar.  Se subió los pantalones cortos y cruzo el rio.  Sabía que lo encontrarían a mitad del camino.  Todo el pueblo lo miraban.  Algunos con la pena, la mayoría con disgusto, uno que otro ya lo veía como presa.

Se burlaban vitoreando improperios.  Parecía que el circo acababa de llegar y a la mujer barbuda le habían reducido los senos.  A los lejos divisó a su tía.  Pensó que ella sería su consuelo, su madre, su amiga, su protectora.  Cuando llego donde él lo abofeteo, lo empujo hacia delante y solo le dijo: camina.  Estaba ronca de la rabia.  
        Esta vez no sabría que mentira decir, le dio gracias a Dios de que no había sido alguno de sus compañeros de trabajo.  Los que no se escondían para halagarme, los que llegaban a la casa cuando no había nadie y me enseñaban sus vergas chorreando y excitadas.

Todos salían de las tiendas, polilla lista para carcomer su cuerpecillo de gitana con el cual el niño logro la seducción del hombre.  Nadie quiso recordar que aquel depredador ya había visitado la cárcel en dos ocasiones distintas por el mismo crimen. 

Y la Magdalena seguía con su cruz acuesta a través de su calvario, sola, sin familia, ni amigo, ni buen samaritano.  La acompañaba la soberbia y la ignorancia que segundo a segundo le atizaban latigazos a su corazón de niña. 

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