La muerte


La muerte



Te fuiste separando de mí,
dejando mis heridas hambrientas de sol.   
Rododendros sobre el sepulcro
de mi niñez
color piel
se adueñaban del mármol
entre las criptas del olvido
y una criatura iba rumbo al placer y al dolor
del verano. 

Sus manos, fruncidas por la luz que salía  
de la caja de Pandora, abrían el portón de hierro
donde un triangulo de música cauterizaba sus ojos.

Allí deje su canto recorrer
mi sombra
como un duelo distante,
una fuga de patos salvajes.

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