Tegucigalpa
Llegue volando, desde el gris de la memoria,
a los pinos más hermosos que continúan pintando
la sal de mis perladas nubes.
Todavía no he podido dejar de inhalar tus fragancias;
la Catedral donde cante villancicos
en francés mientras brisas soplaban
alegres, acogidas a manos inocentes.
No he dejado de despuntar el revuelo
de las aves marcando tu alba,
y el crepúsculo
Allí supe cuando el sol cristalizaba, cuando la luna hechizaba
mi vasija rota, acostada sobre el mirador de la melancolía.
Comments
Post a Comment