Dedicatorias
Al enemigo: un cara a cara. Al insomnio: peras o manzanas, una zanahoria dulce. A la espera: un celador Sur Africano blanco dormido sobre una mina de diamantes. Al salón de clases: un reloj, la sobriedad del agua. A la lejanía: lo que recuerdo de Omar, un resplandor sigiloso, desnudo y húmedo en lo más profundo de mis pupilas. Al amor: una tregua, y otra tregua. © Sergio A. Ortiz febrero 16 del 2010