Adobo Criollo Sergio Antonio Ortiz Rivera

The Cold The first suitor gives you a bird with yellow plumage, a gray and sharp beak. The tone of the feathers dazzles you, amazes you. Its texture caresses you already. You find the color, you don't really like, exquisite. But you think you might love it, enjoy it. A beautiful animal, but its song is brief, almost like a chirp and it never stops, it distresses you. A second suitor places his hand on your cheek. Then your exposed skin gathers a tremor without anguish on those fingers, a desire that changes on that hand to the shape it cannot change to on the lips. You look into each other's eyes and an insane embarrassment fills your cheeks with purple feelings. Your hair fenced with implacable relentless hairpins flaunts you differently: you're not a girl anymore. You drink from the glass set before you at the table, with fineness, with firmness, with hunger. The drink tastes flavorful and you enjoy it. It's s

Muñecas Se parecen tanto a nosotros congeladas en una pasión calva o ausente la mirada, como las vacas, sus pestañas flaqueadas bajo frágiles sacos de hielo. Sus ojos, blancos con fiebre, una larga enfermedad. La superficie pálida del trigo deslizándose lejos. Te di una muñeca de piedra, su rostro, una manzana seca marchita, pero sin turbación. Nos enseñó la arrogancia del silencio, cómo piedra y Dios nos recompensan. Las muñecas no dan nada. Mira  tú  bastón, mira cómo incluso hasta el tacto desgasta su brillo cuando el mango toca la mano. Cuando niña, herviste tus muñecas, para mantenerlas limpias, presentables. Las agitabas en enormes cacerolas para poder doblarles las manos y los pies en poses increíbles.  ¿Cómo te gusto? Inclinándome hacia atrás, leyendo en voz alta un delirante libro. O tendido sobre tu cama, como si me hubieran tirado de un edificio alto a la calle, lección de un gobierno joven a su gente. Cuand