Tangueras
Eres el seductor arco
de una bahía sin raíces,
la gota descendiendo
sobre la penumbra,
sustento de mágicas pisadas
a la hora del suicidio.
Bailas con el blanco
de la brisa silenciosa del SIDA
donde todas las tangueras
sacan a pasear sus zapatos
italianos rotos
y luego incineran
sus leguas clavadas
en el falso orgullo.
Te escupo, una, dos,
tres, veces.
Eres hembra y macho
castrado para asustar los
niños en las fiestas patronales,
una simple invitación al polvo.
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