nunca he sabido conjurar al silencio
ni a las sombras de mi alma que huyen junto al ocaso
ni a palabras que roban mi calma
ni a arboles artificiales o sofás para robots
ni al verbo anti-homoerótico de hombres necios, maricones sin patria
ni al hedor inmencionable de éste siglo de guerras
por eso me siento con soga y nudo en mano
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